“Oe Trump, yo soy una mujer desagradable también”
No solo para él, desagradable para todos aquellos que se resisten a existir libres.
Una vez conocía a un fulano por chat, antes de querer verlo real, el tipo me preguntó qué era lo más importante para mí en una relación y yo le respondí con una sola palabra “LIBERTAD”, él tardó más de lo normal para escribir de nuevo considerando que estaba en línea, era la medianoche y había cierto interés visual mutuo, elaborado a partir de una fotografía de perfil.
Después de más de cinco minutos el caballero me dijo que la libertad no es del todo buena si se lleva al extremo y yo le dije que yo no era buena, porque cuando mi madre me dice que disuelva el agua con vinagre para espantar las hormigas de la comida de mi gato, directamente inundo el espacio con el líquido oloroso sin agua ni nada, me gustan los concentrados y no los zumos a partir de concentrado de fruta, yo me como la cáscara del mango y hasta me trago los gusanos, ¿acaso las lombrices se alimentan de algo diferente de lo que yo también me estoy comiendo?
La libertad es un concepto complejo, pero yo recuerdo el lema de la Universidad del Quindío, “El conocimiento os hará libres”, estaba impreso en los carnés de acceso y yo solo podía pensar que quería serlo, sin saber con profundidad qué significaba la palabra; en las aulas de tres universidades no logré captar mucho de qué iba Hannah Arendt o Mandela, ha sido en los caminos y los pueblos donde he entendido lo que significa libertad.
La primera vez que me sentí libre era cuando caminaba por las montañas de herencia verde más adelante del grupo de caminantes, con una botas pantaneras talla 26, una niña ante los gigantes verdes con el conocimiento anti-cansancio, “un paso inhala, otro paso exhala” lecciones de mi papá. Yo era libre, sabía caminar.
Cuando aprendí a caminar como era, quería volar y mi primer viaje sola fue a Estados Unidos, yo no quería la fiesta que hacen a las quinceañeras en mi país con vestidos brillantes, ni quería cambiar la forma de mi nariz, pidiendo que me regalaran el dinero de una cirugía estética como sucede también en Colombia, yo quería viajar y a mis 15 años mis padres motivaron mi viaje sin su compañía, ahora sé que ellos sabían que ese regalo determinaría mi hambre futura por descubrir nuevas tierras y personas.
Fui libre cuando viajé sola y vi que la tierra era redonda y que si me perdía, caminando recto llegaría al punto donde había empezado, eso sí, volvería no siendo la misma.
La soledad enseña libertad, yo vivía en una residencia de estudiantes antes de cumplir la mayoría de edad, si no iba a la universidad no estaba ahí mi mamá diciéndome que había que madrugar, ni tampoco tenía horario de llegada, ni nadie hacía preselección a mis amigos, me regalaron libertad cuando me enviaron a estudiar a otra ciudad, me daban una cuota mensual y yo aprendí a gestionar mi espontaneidad.
Ahora aparece un pendejo y me dice que no debería ser libre hasta el extremo, hay gente que teme a quien sabe comprar un vuelo, pero es que eso tampoco es libertad, ser libre no es elegir un destino en una App de viajes, es revelarse a cualquier destino que quieran imponerme.
No se es libre leyendo filosofía, es recorriendo los pasos de quienes han ayudado a que otros se revelen.
Entonces caminé a Mandela en Sudáfrica, imprimí sus discursos y fui cómplice de sus “delitos” y hoy por Nueva York desfilo por la Quinta Avenida con sus vestidos, como una “Nasty Woman” porque se es libre cuando hasta en tus trajes, llevas la revolución, no te arrastras con tendencias y dignificas el poder de una guerra que me hace amar a una mujer negra.
Soy libre cuando te amo sin reglas, cuando acepto que tu fisiología es inversa o tus ideas convexas, la libertad no la venden en la tienda, se gana cuando aprendes inglés o puedes follar en francés; seré libre mientras venza mis temores, así cometa todos los errores; ser libre es tener fuerza de voluntad para madrugar, la libertad se vive individual pero se piensa en plural.
Son pactos con amados, son rituales interiorizados, es conocer la historia del Holocausto; no sentirte víctima del actual nazismo, despertar y vivirlo, revelarse, desnudarse de prejuicios, merecerla y entenderla, no importa a quien desagrade, solo ser contigo mismo así implique peligro.
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Mónica (viernes, 11 diciembre 2020 15:54)
Alucinante, Marcela, me encanta