A la cama contigo, como si fuéramos a la ducha para podernos mojar, prefiero las aguas que usan en termales, mientras tanto aire frío para sentir 400 hilos abrazados y blancos, besarte, besarte la nariz, jugar a hacernos masajes sin conocer las técnicas de ninguna terapia, en los pies están los mapas orgánicos, los sistemas reproductivos, nerviosos, musculares, digestivos y por donde circulan con carreras los glóbulos que se resisten a ser pisoteados, tu talón en mi mordisco, huelo lo que guardan tus medias, te tengo desnudo y sin fecha de regreso, te irás cuando yo quiera o viajaremos juntos si hay algo mejor que hacer allá.
La libertad de mis pelos, el olor de mis deseos, conozco tu aliento, es el mismo cuando regresas, cuando sea diferente sabré que has cocinado en otras estufas y entonces, retiraré mis caldos si no he sido invitada, me gustan los festines, adoro comer en grupos aquellas recetas esmeradas de tradiciones dispares, de abuelas lejanas, pero no estaré presente si desistes de contarlo. Hazlo, habla siempre, no seré otra vez esposa, soy amiga, querré serlo para que no me veas con una plancha en la mano y una camisa 300 veces lavada y cada vez más arrugada.
Lo que me pongo encima no tiene que pasar por una lavandería profesional, pero para que vuelvas a bañarte en mi cama, si debes serlo, no en las ciencias sociales o en las teorías exactas, basta con que conectes tus sistemas a fuentes inagotables de energías renovables, que sepas qué es el sol, que hayas viajado a la luna, que sepas contar las esquinas de cada estrella, que hables español y me beses con siete lenguas.